El Canal de Panamá es una maravilla del mundo moderno y por supuesto que constituye todo un icono de este país centroamericano que se entrelaza con su historia y su identidad.
En esta entrada quiero contarte un poco sobre la historia del canal de Panamá, cómo funciona y algunas de las formas en las que puedes visitarlo, desde las formas más turísticas hasta la inmersión total como me gusta.
¿Sabías que el canal de Panamá tiene más de 100 años?
El Canal de Panamá se terminó de construir en 1913 y fue inaugurado el 15 de agosto del 2014. Hasta la fecha es un símbolo del ingenio humano y una de las construcciones más conocidas del mundo.
Este importante pieza de ingeniería funciona a tarvés de esclusas que elevan y bajan los barcos más de 25 metros e incluye esclusas del Pacífico, el lago Gatún, por el que transitan los barcos y las esclusas del Atlántico, de las que ya hablaremos más adelante.
¿Cómo visitar el Canal de Panamá?
Hay varias maneras de visitar el Canal de Panamá con distintos niveles de inmersión o interacción, desde simplemente ver algunos de los barcos a lo lejos, observarlo desde uno de los dos puentes que lo cruzan cerca de Ciudad de Panamá, hasta navegarlo en un pequeño velero.
He tenido la fortuna de visitar el canal en varias maneras, y aquí te cuento mi experiencia en cada una.
Visitar las Esclusas
Las esclusas son la infraestructura que hace posible navegar entre el océano Pacífico y el Atlántico y viceversa a través del Canal de Panamá.
Las esclusas permiten levantar y bajar enormes embarcaciones más de 25 metros sobre el nivel del mar hasta el lago Gatún.
Hay 5 conjuntos de esclusas en el canal: Pedro Miguel, Agua Clara, Miraflores, Gatún y Cocolí.
Las esclusas de Miraflores son las más populares ya que cuentan con un centro de visitantes y museo y están muy cerca de la ciudad de Panamá.
Si tienes poco tiempo para visitar Panamá esta es una excelente opción, ya que puedes ver las esclusas en operación y conocer partes de su historia y otros datos curiosos de su funcionamiento.
Más información sobre las Esclusas de Miraflores.
Las esclusas de Agua Clara forman parte de la estructura de la ampliación del canal y también cuentan con un centro de visitantes del lado del atlántico a orillas de la ciudad puerto de Colón.
Paseo en lancha local y recorridos por el lago Gatún
El lago Gatún ya existía desde antes del canal y se amplió con un amplio sistema hidráulico para dar origen al canal de Panamá.
Para visitar este lago, lo más fácil es salir desde el muelle del hotel Gamboa Rainforest Reserve.
También vale mucho la pena visitar el Smithsonian Institute en Isla Colorada.
Ahora a mi parte favorita.
Recorrer el istmo en tren a un lado del canal de Panamá
Otra actividad relevante que puedes hacer es tomar el tren de Panama Canal Railroad que va de la Ciudad de Panamá en el pacífico a Colón en el atlántico.
Este recorrido cuesta $25.00 USD de ida y otros de regreso y dura poco más de una hora. Las vistas son bastante lindas.
Cruzar del pacífico al atlántico o viceversa
Puedes cruzar el canal en un crucero, lo que tiene el beneficio de la flexibilidad y la comodidad. Hacer esto cuesta alrededor de 150 usd por persona.
Los cruceros se reposicionan constantemente para aprovechar distintas temporadas de navegación en el mundo, y esto lleva a muchos de ellos a cruzar el canal de Panamá. Me cuentan que es una buena experiencia que todavía no tengo el gusto. Hay algunos que incluyen varios destinos y cruzan el canal o puedes tomar un tour más pequeño como un crucero de Ciudad de Panamá a Colón o un crucero de Colón a Ciudad de Panamá.
Cruzar el Canal de Panamá en un velero
Ahora que si te gusta la aventura, me enteré de esta experiencia como suele pasar con la mayoría de las mejores, de boca en boca.
Platicando de viajes y aventuras un amigo de K se dió cuenta de que me gusta conocer más allá de lo tradicional y me comentó que él y un amigo habían navegado el Canal de Panamá en un velero como voluntarios.
Me quedé con el ojo cuadrado en uno de esos momentos en los que me gana la emoción y enérgicamente le pregunté cómo lo habían hecho. Me dijo que era fácil y que yo también podría hacerlo, lo que me dejó un sentimiento similar a lo que entiendo como felicidad, con la expectativa de hacer algo nuevo e increíble.
Resulta que para cruzar el canal de Panamá en un yate puedes anotarte como ayudante de líneas o handliner.
La temporada principal para cruzar en yate es de octubre a mayo, por lo que si buscas encontrar un lugar lo más rápido posible busca en estas fechas. Es importante tener flexibilidad en tus tiempos.
Puedes anotarte para un voluntariado en http://www.panlinehandler.com/ o ahí mismo buscar yates que buscan voluntarios.
Ya me habían contactado un par de veces pero justo había coincidido que estaba de viaje y no pude hacer el viaje.
Esta vez recibí el mensaje un viernes por la tarde. Se presentó como Ilona y en su perfíl de Whatsapp tenía una linda foto de ella con su pareja y dos peludos perros blancos de lo más guapos.
El cruce empezaría el lunes en su catamarán de 20 metros o 56 pies, sería una noche en el catamarán y el segundo día llegar al pacífico. Confirme de inmediato. Afortunadamente lo primero ineludible en la agenda era para el miércoles por la mañana.
Me reuniría con otra persona que estaría ayudando en un centro comercial en Colón el lunes alrededor de mediodía.
Empecé a prepararme mentalmente y hacer la lista de cosas que debía llevar, realmente no era mucho. Traje de baño, chanclas y un par de playeras y boxers extras.
Decidí viajar en el Panama Canal Railroad en lugar de autobús. Realmente me gustan mucho los trenes y a este ya le tenía ganas. Abordé poco después de las siete de la madrugada y para las nueve de la mañana llegué a Colón habiendo disfrutado de un agradable trayecto en el que desayuné un café americano y galletas de mantequilla en un elegante vagón con vista a la selva y al lago Gatún, llegué a Colón.
Tenía algunas horas hasta que tuviera que verme con el taxi y Christina, a quien todavía no conocía, en la plaza quatro altos. Entre las opciones de entretenimiento estaban el fuerte, las esclusas y la zona libre de Colón.
Haciendo caso omiso a las insistentes recomendaciones de los taxistas para visitar las esclusas y el fuerte, y también a su insistencia de llevarme dos cuadras por dos dólares argumentando que el lugar puede ser un poco peligroso, decidí caminar hasta la puerta de la zona libre que estaba a la vista. (Otros taxistas, con menos urgencia por unos dólares me dijeron que realmente no era muy peligroso, no se muy bien a quien creerle, pero en caso de que no sea peligroso me parece una pésima estrategia una mala promoción de su destino como argumento de venta.)
La zona libre de Colón es básicamente un área comercial con almacenes grandes y pequeños que tienen mercancía importada que no paga impuestos. Bastante que desear y los precios nada espectaculares, pero me sentí bastante seguro así que si no conoces una zona libre puede valer la pena solo para echarle un ojo.
De la zona libre caminé una media hora hasta el centro comercial cuatro altos y esperé al taxi.
De Colón a la marina Shelterbay es un poco más de media hora y en algunos horarios todavía se tiene que subir con el coche a una barcaza para cruzar el canal hasta la pequeña carretera que lleva hasta allá. Se supone que este año estará listo el puente y será más sencillo.
Lo más recomendable es contactar algún taxi recomendado por la marina por que la mayoría de los de Colón no saben llegar y puede ser bastante incómodo. El trayecto debe costar aproximadamente $ 25.00 dólares.
A la llegada nos encontramos rápidamente con Frans, esposo y compañero de viaje permanente de Ilona. Un agradable holandés en bermudas, camisa de manga corta y paliacate a la cabeza, barba corta y bien definida, algo serio y sonriente a la vez.
Frans nos guió hasta el dinghy (la pequeña lancha para ir desde el velero al muelle y no tener que pagar el espacio de marina para el catamarán), en dónde nos encontramos con Rové, un chico sudafricano, alto y delgado, barba corta, bronceado y alegre.
Rové ya había cruzado el canal unas 4 veces como voluntario, así que nos ayudó a entender algunos de los pormenores, a practicar los nudos que debíamos hacer y a pasar un buen rato en general.
Mientras esperábamos al capitán que comandaría el barco para cruzar el canal el cielo comenzó a nublarse y poco después se formó una tromba marina (lo equivalente a un tornado en el mar) y comenzaron a caer rayos.
Todos nos pusimos algo nerviosos y empezamos a guardar todo dentro de la cabina. Guardé y saqué la cámara varias veces para tratar de cuidarla y al mismo tiempo quería captar el fenómeno natural.
El capitán llegó en un barco acompañado por Roberto, un aprendiz de capitán y rápidamente nos pusimos en marcha hacia las esclusas para huir de la tormenta.
Llegamos a las esclusas y las subimos junto con un barco más grande, como siempre sucede con los yates, ya que sería muy costoso que suban solos.
Para poder cruzar el canal de Panamá, un yate necesita 4 linehandlers o manejadores de línea, uno en cada esquina del barco. El trabajo de linehandler consiste en tensar y soltar las líneas (en navegación las cuerdas se conocen como líneas),que son amarradas sobre las paredes de las esclusas para que el barco se mantenga al centro y evitar algún choque.
Subimos la primera esclusa, tensando las líneas conforme el maestro de esclusas controlaba el nivel del agua con capacidad para elevar barcos de miles de toneladas de los enormes tubos que pasan por las paredes y finalmente dejan salir el agua a través del piso.
Una vez que el agua está al mismo nivel que el siguiente cuerpo de agua, sea la siguiente esclusa, el lago o el mar, se abren las compuertas para avanzar.
Esperamos a que el barco frente a nosotros se posicione en la siguiente y lo seguimos. Repetimos el proceso dos veces hasta estar al nivel del lago, 25 metros arriba del nivel del mar.
Como toda primera vez, la tarea me pareció algo compleja y me sentí un poco nervioso, la segunda fue más fácil y la tercera no puedo decir que en automático, pero si pude manejar la línea con bastante seguridad.
Era noche. El gran barco frente a nosotros avanzó rápidamente hasta ser solamente una pequeña luz en la oscuridad mientras nos internamos en las aguas del lago Gatún. Unos minutos más tarde nos amarramos a una gran boya que fijaría el lugar en donde pasaríamos la noche.
El capitán encargado y aprendiz bajaron de la embarcación y quedamos la tripulación temporal que continuaría el viaje la mañana siguiente.
Cenamos delicioso, una sopa de tomate y pasta, acompañada por cerveza hecha en barco. Al parecer Frans lleva años haciendo su propia cerveza en el catamarán con el agua que filtran ahí mismo. Es mucho más económico y tiene muchas ventajas en términos de espacio y de aduanas. Justo como me gusta, una cerveza rojiza, con cuerpo pero no demasiado.
Rové y yo dormimos en la red al frente del catamarán, cada quién tenía un pequeño colchón inflable que nos sirvió de maravilla para pasar una noche sin frío ni calor.
La mañana nos despertó temprano y después de tomar algunas fotos desayunamos y esperamos a los capitanes del canal que llegaron alrededor de las 10.
El tiempo era corto. Debíamos apurarnos para cruzar con alguno de los barcos que bajarían por las esclusas de miraflores antes de la 1.
Ilona y Frans metieron toda la velocidad de los motores para alcanzar alrededor de 8 nudos. Los barcos más grandes y potentes nos pasaban poco a poco por la izquierda y cada minuto apremiaba.
Finalmente llegamos a la primera esclusa. Poco antes de uno de los últimos barcos con los que podríamos bajar.
A lo lejos, un enorme barco de contenedores que según nuestros calculos debe poder alojar más de once mil contenedores de veinte pies.
En esta ocasión, debíamos soltar la línea poco a poco, asegurandonos como siempre de que mantuvieran cierta tensión para no acercarnos mucho a los muros.
Nuevamente algo de nerviosismo, pero la bajada pasó sin ningún problema.
Después de bajar las 3 esclusas las puertas de la última se abrieron para dejarnos ver las aguas del océano Pacífico.
Mientras observábamos el puerto de la ciudad de Panamá, impresionante a ambos lados con enormes barcos de contenedores, escuchamos un fuerte sonido de un enorme barco que recorría la misma ruta que nosotros.
Nos orillamos hacia la izquierda rápidamente para dejarlo pasar y lo vimos pasarnos rápidamente mientras continuamos nuestro camino hacia la zona de anclaje.
A la izquierda, el colorido museo de la biodiversidad nos dio la bienvenida a la ciudad de Panamá que mostraba orgullosa su línea de grandes edificios.
Junto a la marina de Amador tiramos el ancla y conversamos alegremente sobre lo vivido.
Antes de partir hacia tierra firme nos dimos un clavado en el mar, reímos y soñamos con explorar nuevos horizontes de islas paradisíacas rodeadas por peces y amigables tiburones tan curiosos de nosotros como nosotros de ellos.
Historia del Canal de Panamá
La historia del Canal de Panamá no está exenta de todas las vicisitudes de las grandes obras de infraestructura.
Envuelto en temas políticos internacionales, una creatividad y empuje reconocibles por un gran equipo de personas, y el sacrificio y entrega de muchísimas personas de distintas regiones y nacionalidades que inclusive dejaron aquí su vida.
Créditos