El que se enoja pierde

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Bien me lo decía mi madre, el que se enoja pierde.

Lo más curioso es que me daba un coraje bastante fuerte escuchar esta frase.

Me seguía enojando, inclusive conforme se repetía en mi cabeza de manera automática. «El qué se enoja pierde….»

Conforme avanza la vida, más se me da disfrutarla, estar presente y ser consciente de mis pensamientos y mis emociones.

Una buena práctica para esto ha sido aprender a meditar.

Por supuesto que no soy inmune a eventuales arrebatos descontrolados, pero hace años que no aviento la ropa, en desplantes infantiles que no llevan a ningún lado.

(Afortunadamente me daba por aventar ropa y no alguna cosa más pesada, pero igual de menso.)

He aprendido en cabeza propia eso que hoy entiendo como el sentido de esta sencilla frase.

El enojo, o la ira nubla los pensamientos y no nos permite tomar decisiones inteligentes.

En alguna etapa de mi vida, principalmente la adolescencia y si que solía enojarme.

Desde entonces siempre quería ser una persona ecuánime y controlada, pero en ocasiones y por distintas razones tenía arranques de ira que resultaban en agresiones, verbales o físicas hacia personas queridas.

El que se enoja pierde.

Quizá esa misma pretensión de ser ecuánime y no dejarme afectar por cosas que me molestaban era precisamente el problema.

Las molestias se acumulaban poco a poco como en una olla a fuego lento que va concentrando vapor hasta explotar.

Razones para no enojarse. Antes que nada recuerda «el que se enoja pierde».

Afecta nuestra salud. Muchos expertos en psicología y felicidad afirman que afecta de manera negativa nuestra salud.

Es una pérdida de tiempo. Para responder ante una situación que no nos agrada, es mucho mejor distanciarnos un poco del propio evento y analizarlo.

Nos distancia de nuestros seres queridos. Al limitar la comunicación efectiva

No nos permite pensar con claridad. Lo que genera que los problemas que crearon el enojo en lugar de resolverse se vuelvan más grandes.

En conclusión, si buscas ser más feliz, aprende a observarte y poco a poco controlar tus pensamientos y emociones.

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